Jack White ha hecho más por la industria musical con un sólo disco que todos los sellos del mundo en cincuenta años. Ha prensado un vinilo que cuenta con diferentes mezclas para sus distintos formatos y ha conseguido que el viejo vinilo, tan de moda ahora mismo, vuelva a ser un acontecimiento.
Lazaretto, el ULTRA LP, viene pesando 180 gramos, incluye un puto holograma en su cara A (si quieres verlo y no tienes luz directa sobre el plato te aconsejo que apuntes con la linterna del teléfono) y reproducción inversa en esa misma cara, que además no termina nunca y se queda en un loop sónico infinito muy cuqui. Vale, los Beatles lo hicieron en el Sgt.Pepper’s, pero y qué. El de la cara b es una mezcla entre grito de mono salvaje, de White y de vete tú a saber qué.
Además, lleva dos canciones escondidas en la galleta que se reproducen a 78 rpm. Muy bonito, pero, ¿el disco mola?
El disco mola la de dios. Deja a la altura de la mierda, por poner un ejemplo, al nuevo disco de los Black Keys y es lo mejor que ha grabado el de Detroit desde White blood cells o Elephant.
Está lleno de electricidad, coherencia, sensibilidad y, claro está, temazos descomunales de todos los colores.
Lazaretto es el mejor disco del año por cómo suena, por lo que suena y porque ha conseguido que comprar y correr a casa a escuchar un vinilo sea una experiencia gratificante, además de darle un toque de «Elige tu propia aventura» tan inesperado como acojonante.