Posts Tagged ‘amor’

La vida eterna no es bella

13 mayo, 2012

Sombras Tenebrosas, la esperada nueva película de Tim Burton, es un descalabro de gran calibre que juega con muy pocas bazas para no sucumbir en la cartelera actual, llena de mongolidades monstruosas –Battleship, Los juegos del hambre-, blockbusters anticipados y llenos de gloria –Los Vengadores-, secuelas buenas –Rec3-, secuelas no tan buenas-American Pie: el reencuentro– y también películas estupendas –Take Shelter, Alps-, pero claro, se trata del director de Big Fish y Alicia en el país de las Maravillas, así que el público la espera con ganas y seguro que todos están dispuestos a aplaudir las cucamonas de Johnny Depp y compañía.

Pues debéis saber que las cucamonas y los chistes de Sombras Tenebrosas parecen sacados de una producción de José Frade, que al tratarse de la adaptación de un culebrón sobrenatural todo el elenco ha seguido las directrices de un tipo tan listo como Burton y sobreactuan -sin gracia- tanto como en aquel horrible folletín rosa, El Ilusionista, que es por desgracia, la película a la que más se aproxima lo nuevo de Tim Burton, por el tono indeciso, por las intenciones nada claras y por tratar de hacer de su impotencia una virtud comodín. Pero a mí no me la cuelas, amigo.

Los actores están todos mal y aportan cero a la trama, mucho más confusa de lo que debería puesto que es de una simpleza que abruma, y entran y salen y fuman y/o beben según la habitación en la que se encuentren, para después no volver a aparecer hasta que le convenga al director. Un momento clave de este aspecto es la escena en la que despachan a uno de los personajes, una escena que podría haber tenido gracia porque dentro del contexto culebrero tiene todo el sentido -y la gracia- del mundo, pero en una aburrida película que no sabe que tiene entre manos algo supuestamente divertido parece otra demostración de la carencia de recursos que presenta el film.

Las gracietas de Barnabás no tienen chispa ni se las cree nadie, probablemente el propio Depp tampoco, y el guión de Seth Grahame-Smith también tiene parte importante de la culpa. De hecho tiene tanta culpa que ahora tengo miedo a lo que estas dos lumbreras le hayan dejado hacer a Timur Bermambetov con el guión de Abraham Lincoln: Cazador de Vampiros, que hace unos meses era poco menos que una apuesta segura a candidato a blockbuster del año.

Y las chicas, ay las chicas. Michelle Pfeiffer se pasa media peli de pie en una escalera y la otra media sentada en una silla, la pequeña Chloë Grace Moretz empieza a explotar su sexualidad -o sensualidad, no sé, TIENE QUINCE AÑOS- en un papel donde todo vale y termina aburriendo y cayendo mal, Helena Bonham Carter ya no se parece a Marla porque se parece más a Pipi la de Gran Hermano, Eva Green no es Jim Carrey y se pasa de ridícula en sus desfases y atención, Alice Cooper hace el ridículo  formando parte de esta broma idiota en una de las escenas más sonrojantes, dignas de una secuela de la saga Casper directa a televisión.

Que sirva el cartel que coloco debajo de este texto para destacar lo único verdaderamente hermoso de esta aburrida película tan olvidable.

Mi crítica en cines.com/

Anuncio publicitario

Mejor solo que mal acompañado

25 abril, 2012

Uno se da cuenta de lo rápido que pasa el tiempo cuando haciendo números descubre que hace casi diez años del último disco memorable de una banda como White Stripes. Elephant, la obra cumbre del dúo de Detroit, sonaba como una lavadora centrifugando clavos con dinamita y funcionaba al cien por cien tanto en la inmediatez como en el virtuosismo, de manera que hacía imposible quedarse con un single aislado o un pasaje determinado. Ese disco fue el principio del final para los Stripes porque sabían que jamás podrían ni siquiera aproximarse a la perfección de ese trabajo, aunque tras el marrón que supuso Get Behind Me Satan aplaudiéramos la crudeza -y las trompetas loquísimas- de Icky Thump.

Y después llegaron los directos, los documentales, una supuesta cinta erótica con Meg White y los proyectos paralelos de Jack White, terrenos que prefiero no volver a pisar porque ni The Raconteurs ni The Dead Weather me parecen bandas que vaya a recordar en el futuro cercano.

Así nos enfrentamos a Blunderbuss, el debut en solitario de Jack White sin saber muy bien qué identidad nos vamos a encontrar, pero con la sospecha de que será una mezcla perfecta del que ha atravesado todos esos terrenos citados anteriormente. Y, en efecto, los dos primeros cortes del disco podrían tener su sitio en cualquiera de los discos de White Stripes, sobre todo la extrema Sixteen Saltines, un ejemplo perfecto de la maestría de White para lograr los máximos resultados con uno de sus habituales riffs de guitarra y un par de huevos. Blunderbruss no pierde el tiempo a la hora de conseguir atmósferas y así lo demuestra una muy rica sección rítmica, con baterías juguetonas y adornadas como en Freedom at 21 y pianos electrónicos que potencian el aire garage pero también muy 50’s rock del álbum. Es cierto que en el ecuador el disco se echa una siesta parecida a las que suele pegarse Ryan Adams, y que cuando se despierta todo vuelve a ser bailable y agitable – I’m Shakin– y que su fiebre de clasicismo vuelve para quedarse de nuevo en el tramo final, pero no estropea el buen sabor de boca que va dejando Jack White en sus canciones, cada una presentada y ejecutada como una aventura completamente diferente de la anterior y que termina más negra que nunca en los últimos dos minutos de gloria del tema que cierra un trabajo casi perfecto.

Otra historia inglesa de fantasmas

20 abril, 2012

The Awakening es una nueva propuesta de horror británico en la línea de la reciente La mujer de negro que viene abalada por la firma de Stephen Volk, guionista de grandes directores en horas más o menos bajas, como el Ken Russell de Gothic o el William Friedkin de La Tutora. También escribió el guión de la simpática y muy ochentera El Beso, pero de esa ya no se acuerda nadie.

Tras un buen puñado de años dedicándose a la escritura televisiva y a subproductos para dvd, el guionista vuelve a la cartelera con una película producida por la BBC, que supone el debut de Nick Murphy, otro caballerete procedente de la tele, y que nos sitúa en la Inglaterra de 1921, tiempo de fantasmas y espiritismo. Es ese contexto en el que conocemos a Florence Cathcart, una de las mentes más brillantes del país, que se dedica a desenmascarar a los falsos espiritistas. Florence sufrió la pérdida de su amado en la guerra y empeña sus días en demostrar que lo perdido, perdido está. Pero eso será hasta que la trasladen a un colegio donde un niño acaba de fallecer en lo que parece ser un ataque de pánico provocado por… fantasmas.

Con una puesta en escena, salvando las distancias de ambas épocas, muy similar a la de la reciente Luces Rojas, El despertar –o La maldición de Roockford– se enreda en su tramo final al no saber cerrar el círculo y presentar una serie de desenlaces constantes durante los últimos veinte minutos. Aún así, resulta un film muy entretenido en el que destaca la fotografía del español Eduard Grau, curiosamente, y hablando de Luces Rojas, director de fotografía en la celebrada Buried, y la atmósfera de la casa / colegio, donde aguardan más de un buen susto y en la que destacan momentos escalofriantes protagonizados por casas de muñecas con cosas que decir. Una película que nos devuelve al fantástico de los años noventa, pero sin el empacho que supondrían recuperar ahora Fotografiando Hadas o Criaturas Celestiales. Una buena apuesta para los aficionados al género, pero también para los amantes del suspense con clase.