Hace tiempo que Lori Meyers ha renunciado a ser la banda de retropop y voces angelicales que apuntaban en su segundo y tercer disco.
Es una pena, porque lo que mejor hacen los granadinos son cosas como la canción que da nombre al disco.
Es una pena, porque lo que mejor hacen los granadinos son cosas como la canción que da nombre al disco.
Los chicos confían de nuevo en Sebastian Krys, pero también en Ricky Falkner, imagino que responsable de prohibir los acordeones del anterior disco.
En su momento ya asimilamos que Noni nunca iba a cantar bien, así que por ahí tampoco hay demasiadas sorpresas. Tampoco en las letras, muchas de ellas tan feas como de costumbre, con algunas rimas metidas con el calzador de un pie chico, algo que tampoco termina afectando a las canciones, porque siempre se guardan en la manga algún arreglo o unas voces que mejoran el conjunto.
Impronta es un disco superior a Cuando el destino nos alcance, qué duda cabe, pero también es un disco que no incluye ningún temazo instantáneo a la altura de Mi realidad, Corazón elocuente o ¿Aha han vuelto?, aunque es justo reconocer que tampoco hay ningún tema tan horrendo y ridículo como Enhorabuena eres el que tiene más, terrible cierre para su trabajo anterior.
Lo que hay en Impronta son buenas canciones, algunas más o menos inmediatas, como Zen o Impronta, las únicas que aún guardan ese aire a lo pop de Juan y Junior, y otras, como Emborracharme, que ocupan el lugar (más o menos) de Alta fidelidad.
La escucha, en su conjunto, resulta agradable, pero siempre con la sensación de que no han terminado de elegir una dirección concreta. Impronta no molesta ni irrita, y eso ya es algo.
¿Será que su obra maestra está por llegar y a mi no me apetece un pijo reseñar este disco?
Deja una respuesta