HBO, tres letras que están más de moda que nunca y que han cautivado a las audiencias de todo el mundo. Series como Los Soprano, Treme, The Wire o True Blood, que no me interesan en absoluto, pero hogar de los Conchords, Ali G, Eastbound and down o Entourage, que sí consiguen satisfacerme, probablemente por no tener aspiraciones de agradar a todos los públicos y, sobre todo, por no alcanzar ni la media hora de duración.
Durante las últimas semanas he repasado la serie de Doug Ellin, una de las pocas que no podrán igualarse con el paso de los años y que supone una radiografía salvaje de Hollywood visto desde dentro. Y por cosas como Entourage o Ted -hay más- amamos a Mark Wahlberg, productor de la serie que, en mayor o menor medida, traslada a la pequeña pantalla su día a día, sus amigos, sus fiestas y sus problemas.
Vincent Chase, estrella en ciernes, se traslada de Queens a Los Angeles con sus amigos Eric y Tortuga y su hermano mayor Johnny Drama, para no perder la perspectiva de la realidad cuando le asalte la fama mundial. Que le asaltará. Para eso cuenta con Ari Gold, probablemente el mejor personaje de la serie, interpretado -es un decir, porque sospechamos que no le hace falta-, por el genial Jeremy Piven, que se llevó un Globo de oro y tres premios Emmy por el personaje durante las ocho temporadas que duró la serie.
Una de los mayores atractivos, que duda cabe, reside en los constantes cameos de superestrellas de la meca del cine interpretándose a sí mismos o dando vida a personajes ficticios que se parecen mucho a otros tantos reales. Personajes que se entran y sales de la vida de Vinnie, un joven atractivo y vividor, derrochador en generosidad y que logra algo muy difícil: que nosotros, simples mortales infelices, nos identifiquemos con él y compartamos sus altibajos en un mundo de depredadores.
A lo largo de ocho temporadas cada vez más breves, -la final season solo consta de ocho episodios-, le observaremos crecer en el mundo hollywoodense, protagonizar éxitos y fracasos, adentrarse en el mundo de la producción, las fiestas y las drogas, sobre todo en las primeras cuatro temporadas, donde los chicos no pueden pasar sin la marihuana.
Otro de los aciertos de la serie es el acertado elenco de secundarios fijos, como la esposa de Ari y Lloyd, su asistente desquiciado y maltratado pero que calará hondo tanto en nuestros corazones como en el de ese tiburón del cine que es Ari. Y Billy Walsh, uno de los personajes más fascinantes y empáticos, tanto en sus horas buenas como en las malas, y que durante los 27 episodios en los que aparece jugará una parte importante de la vida de los chicos.
No pienso destripar ninguna sorpresa y ninguna película ficticia protagonizada por Vinnie, solo espero que, de haber alguien que no haya visto la serie o no la conozca se anime con ella, porque es una de las pocas series con garra, fuerza y glamour real que han pasado por nuestros televisores y, como dije antes, no será fácil que volvamos a ver algo de este tipo sin estar escrita, realizada o interpretada por gente estirada con otro tipo de target y aspiraciones.
Una lástima llegar al final, ojalá esos rumores de película -se dice que en enero se empezaría el rodaje- se concreten y podamos permitirnos el lujo de ver una película real de Vinnie Chase en una pantalla de cine.
Adiós, amigos.
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