El último boy scout

¿Recuerdas cuando de niño fumabas en pipa y navegabas por los lagos con tu pequeña canoa? ¿Y aquella vez que te fugaste de la casa de tus padres adoptivos para huir con la chica de tus sueños y descubrir el amor? ¿No lo recuerdas? Bueno, pues Wes Anderson puede refrescarte la memoria con Moonrise Kingdom, una nueva muestra del talento y el genio que atesora.

Si con Fantástico Sr. Fox tocamos el cielo y sospechábamos que sería complicado volver a dormir por encima de las nubes, sobre todo si tenemos en cuenta que Noah Baumbach volvía a prestar su silla a Roman Coppola, el hombre que escribió junto a Anderson (y Jason Schwartzman) la película que menos me gusta de su filmografía, Moonrise Kingdom no solo despeja las dudas, también las volatiliza.

A mitad de los años sesenta, cuando los tocadiscos iban a pilas y los gatitos en cestas de mimbre, dos niños con problemas de comportamiento, pero muy maduros para su edad, huyen de sus respectivos (y medio derruidos) hogares para escapar rumbo a la libertad y al descubrimiento del amor. Pero ellos no contaban con las molestas operaciones de búsqueda por parte de los boy scouts abandonados por el chico (y capitaneados por Edward Norton, también rescatado a su manera) y por parte de la policía de la isla en una operación coordinada junto a los padres de la chica.

No hay un solo tic reconocible de Anderson que haya quedado fuera de la película, pero al contrario que otros directores (no puedo evitar pensar en Guy Ritchie), Anderson no los emplea para pasarse de listo y se guarda sus pequeños trucos para potenciar aún más unas imágenes inolvidables ya de por sí: travellings horizontales, verticales, insertos locos, cámaras lentas, música de épocas lejanas, narradores… y por encima de todo, un reparto de campanillas encabezado por dos niños que entran a formar parte del universo del director por la puerta grande con su inocente descubrimiento del amor y el despertar de la sensualidad.

Habrá quienes reaccionen ante la película como el personaje de Bill Murray ante la tienda de campaña de los chicos, pero Anderson sigue pisando fuerte y con paso de gigante para distanciarse todavía más del resto de directores «independientes» de Hollywood. Ojalá sea por muchos años y que nosotros lo veamos.

Mi crítica para cines.com aquí

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